Cariño, la destruiste.
sábado, 29 de diciembre de 2012
Miénteme mirándome a los ojos.
Has consumido cada parte de mi, cada trocito de mi ser, cada centímetro mío lo has evaporado y cuando no quedó nada más que una triste colilla que te ardía la garganta la tiraste al suelo húmedo tras la lluvía de aquel 6 de noviembre tan resbaladizo. Vino el invierno, esos copos tan blancos, hermosos y fríos acompañados de un buen café cortado con 3 cucharillas de azúcar y un poco de nata montada adornada con copos de chocolate, entonces, la colilla que en su vez ardió como el mejor de los cigarros en los mejores labios cortados, eso sí, pero tan blandos que se fundian junto a los míos quedó hecha mierda bajo medio metro de suave nieve. Enterrada profundamente. Las gotas de vodka caen al suelo blanco de esa triste botella de Jack Daniel's chocando contra el suelo y a su vez haciendo pequeños agujeros coloreando ese blanco tan absoluto. Pues vicio tras vicio ese cuerpo comenzó a deteriorarse lentamente. Ya es tarde, ella esperó horas a que su ''principe'' volviera por ella y la rescatara de aquel infierno de bares llenos de humo y prostitutas. Y entonces ocurrió. Ya no llegaba a las citas, tenía algo mejor que hacer. Mientras se tiraba a sus ''amigas'' llamadas señoritas de compañía empreganadas en toneladas de maquillaje con la ropa más corta jamás tejida ella jugaba con la cucharilla de aquel Capuccino Classico e insistía en sacar cigarrillo tras cigarrillo de aquel paquete de Winston Slim Mentol mientras su mano temblaba y desesperada hechaba ojeadas al reloj de la cafetería secando las lágrimas abundantes tapandolas con una falsa sonrisa para que ningún caballero de aquella sala preguntase por qué un señorita tan elegante no tenía compañía un sábado a las ocho y media de la noche y quién sería el descortés caballero que la dejó plantada. Él, como buen mal educado insistió en tirarsela pero tan descortés fue su manera de perdirselo que se hizo con el final del cuento sin apenas poder seguir inalando el frío ambiente de invierno. Rompió un corazón. Los celos de por qué sale con otros hombre o por qué se deja abrazar por otros ronda por su cabella día y noche lamentando la perdida pero es el orgullo tan fuerte como el hielo del asfalto el que no le permite hacer nada y luego se permite quejarse de por qué el órgano vital de la muchacha se esfumó como la niebla de todo un invierno al venir la primavera. Y pues claro que ella va a decir que es feliz y no ha pasado nada deshumbrando esa sonrísa famosa. Pero mira profundamente dentro de esos ojos verde oliva.
Cariño, la destruiste.
Cariño, la destruiste.